viernes, 21 de abril de 2023

Un libro para explorar


La cartografía es la ciencia que estudia los mapas, pero también el conjunto de métodos, instrumentos, medidas y datos geográficos que, una vez reunidos, son representados gráficamente sobre una superficie bi- o tridimensional, para dar a conocer un lugar o área. De esta manera, los mapas sirven como lugar de referencia y ubicación, y permiten situar al observador en el plano. Pero ¿qué sucede cuando un lugar no ha sido cartografiado, cuando no sabemos cómo llegar a él, ni cómo irnos, e ignoramos sus características, sus bondades, sus peligros? ¿O cómo situarnos ante una tierra desconocida que no está representada de manera tangible en ningún mapa? ¿Es esto posible? ¿Acaso por medio de la imaginación, la exploración, el descubrimiento?

A esto alude el libro de cuentos Tierras sin cartografiar de Edgar Iván House. Un libro —una tierra— que nos muestra lugares desconocidos y situaciones insólitas, acaso fantásticas, pero también con altas dosis de realidad y crudeza. El lector podrá explorar esta tierra aún sin cartografiar acaso con miedo, pero también con vehemencia en pos de descubrir esa porción de tierra que nos es desconocida, y que nos llama a tantear su ubicación, pisar su suelo, entender su verdad y sentir tanto su espacio como su tiempo.


El libro infinito

Edgar Iván House ha reunido en este volumen diecisiete cuentos breves e independientes. Sin embargo, en algunos casos puede establecerse vasos comunicantes. Los cuentos se ubican en la contemporaneidad y en épocas remotas, en los que juega con elementos de lo fantástico, lo increíble, lo paranormal, lo absurdo, a la vez de teñirlos con elementos históricos, mitológicos y bibliográficos, con el objetivo de establecer la verosimilitud de las historias y los personajes que intervienen en ellas. En todo caso, el lector sabrá discernir la realidad y la ficción que se circunscriben en los relatos.

Varios de los cuentos incluyen no pocos pies de página, que más que cumplir una función explicativa, refuerzan la narración y dan la posibilidad de ampliar la historia en otras ramas y temáticas como si se bifurcaran a partir de la historia madre, en lo que podría ser un continuum infinito o una caja china. Otros relatos incluyen una nota post scriptum (después de lo escrito) que, a modo de posdata, redondean la historia con finales alternativos. Interesante juego narrativo a los que recurre House y que, en la lógica de lo inexplicable y fantástico, abona en las historias, pues no debemos asumir necesariamente que los cuentos deben tener finales cerrados, aunque ello produzca desazón en algún tipo de lector. El infinito como una suerte de incertidumbre. El infinito como una manera de prolongar la palabra, sin fin.


Las historias

Las historias cuentan «cosas raras» (p. 94), que acaban de pasar, como afirma el personaje del cuento «Su voz quedó en el mar»: un muchacho, dueño de un hotel, quien un día recibe a una mujer joven que evita mirarlo a los ojos y a quien una mosca de cementerio sigue a todo lugar. La mosca será la clave para descifrar, hacia el final, que la mujer ha muerto hace años, ahogada en el mar, cuando era adolescente.

Otras historias nos relatan situaciones en las que los personajes tienen experiencias sobrenaturales y contacto con extraterrestres, quienes vienen a colonizar la Tierra o a aprehender materias y conocimientos de los humanos, o personajes que pretenden retener o regresar a través del tiempo con un propósito supremo como salvar de morir al ser amado, o personajes que se ven sobrecogidos por situaciones paranormales. Las enfermedades como las pestes y el cáncer están también presentes en la vida de los personajes, lo mismo que la muerte, siempre acechante como una manera de libertad, pero también como un encierro, puesto que no son muertes verdaderas porque siempre hay posibilidad de retornar a la vida, como el personaje de «En el aire esperan», en el que se narra que, en 1912, empezaron los experimentos de resucitación en los humanos, tras los intentos del doctor Everhard en Polonia. El personaje junto con un equipo de estudiosos logrará por fin encontrar la fórmula y cumplir con su cometido, pero sin contar con que los resucitados adoptarán otras almas, algunas «viejas y antiguas» (p. 81). De este modo, revivirán, pero siendo otras personas, sin concordar con quienes fueron en vida. Una situación que podría resultar pavorosa para los resucitados y que deja el sabor de cierto humor negro entre líneas. La misma idea, pero en un sentido diferente, aparece en «Yo, que he reflejado a todos». La historia de un hombre que, tras escuchar una voz en su cabeza que le dice: Antes de que anochezca, busca otro cuerpo, ocupará los cuerpos, los rostros, las voces y las vidas de otras personas en diferentes tiempos de la humanidad y planetas, hasta perder su identidad y convertirse en «una consciencia horrible, universal» (p. 89).

En otros cuentos, la religión y cierto cuestionamiento a la existencia de Dios son los temas medulares, en tanto lo sobrenatural y lo fantástico pueden ser insumos para acercarse a Dios al mismo tiempo de preguntarse si realmente existe en la vida y el universo. Miedo y desafío están presentes en estas narraciones. En «Y ante nosotros, el tiempo», una «mujer con alas, rodeada de un brillo natural, y hermosa» (p. 51), es decir, un ángel, huye del cielo y es encontrada por un hombre en la Tierra. El hombre, quien hace la limpieza en un hospital, le dará cobijo. Ella le contará que Dios se fue del cielo, que nos hemos quedado sin Creador, y que el mundo será conquistado y destruido al igual que el Paraíso. El hombre preguntará entonces: «Si Dios ya no existe, ¿qué va a pasar con mi alma si muero? ¿Va a seguir existiendo o se destruirá sencillamente?» (p. 56). En esta línea, en el cuento «La solución a la soledad de los monstruos», el personaje se compara con Dios. Es la historia de una niña que crece hasta convertirse en una gigante capaz de estar a ras del cielo. Razón por la cual se siente muy sola, para enseguida confesarnos: «de noche miro arriba y me doy cuenta de que hay otro ser igual a mí: Dios. Él también está solo en medio de sus estrellas, siempre eterno en medio de una creación que es pasajera. Con el tiempo he entendido que Dios hace nacer criaturas solitarias para ver reflejado su propio drama. Tal vez tiene la esperanza de que uno de esos seres únicos y tristes le dé la solución y la escapatoria a su propio problema» (p. 66). Poco después, la niña gigante tomará una decisión inesperada.

El tiempo, por último, es otro leitmotiv presente en las historias de House. ¿Qué es el tiempo? ¿Cómo lo percibimos? ¿Cómo puede cambiar el sino de nuestra existencia? En el cuento «En una isla griega», una mujer se traslada a Grecia para cuidar a una niña, pero pronto su celular, su televisor y otros artefactos modernos desaparecen. El misterio tiene que ver con un territorio vedado de la isla en el cual todavía se vive el tiempo primitivo de la Historia, al cual la mujer se ha acercado llevada por la curiosidad. Luego, ella será objeto de una regresión y sufrirá el misterio del tiempo hasta convertirse en una primate. En esta historia, lo contemporáneo juega en paralelo con el origen de la humanidad, en un péndulo entre pasado, presente y futuro, que nos muestra que los seres humanos no siempre evolucionamos como se podría creer.

Historias de este tipo son las que presenta Edgar Iván House en este su segundo libro de cuentos, Tierras sin cartografiar, haciendo uso además de un lenguaje llano que pronto envuelve al lector y lo induce a querer ser partícipe de las historias, o, por el contrario, a mantener una sana distancia ante lo inesperado y las posibilidades infinitas. Pero, ciertamente, Tierras sin cartografiar arrastra al lector a un mundo poblado de personajes extraños que viven situaciones aun más extrañas dentro de una realidad paralela que tal vez existe en tierras todavía por descubrir y que pueden estar muy cerca de nosotros sin que nos hayamos dado cuenta. Como un mapa, frente a nuestros ojos, que no queremos desdoblar o extender sobre la mesa.

Tierras sin cartografiar forma parte de la narrativa fantástica que se está escribiendo en el Perú, de la cual cada vez hay más cultores y estudios en torno a este tipo de ficción, en un escenario dominado por una literatura realista.


Christian Reynoso




Ficha técnica
Título: Tierras sin cartografiar
Autor: Edgar Iván House 
Género: cuento
ISBN: 978-612-48412-4-8
Sello/editorial: Prometeo Desencadenado 
Ciudad y año de publicación: Chiclayo, 2021
Tamaño: 14 x 21 cm
Peso: 177 g
Páginas: 104
Precio de venta: S/ 30
Reseña de contraportada: Tierras sin cartografiar eran los territorios que no habían sido suficientemente explorados, y que todavía podían contener monstruos y árboles, serpientes y razas de personas aún no conocidos. En este libro de cuentos casi mágico, Edgar Iván House nos entrega historias que son un catálogo de horror y de buena imaginación: Un olvidado dios que de cuando en cuando dibuja mapas en la piel de las personas; una mujer resucitada a la que toda su vida persigue una mosca; un ángel que nos cuenta sobre la mascota que un día tuvo: un velocirraptor; un hombre que encuentra un hechizo para entender lo que dicen los animales y al que la conversación de unas serpientes acabará por volver loco. Y hay paisajes más terribles en este libro. Esperemos que Edgar Iván House siga cartografiando esas tierras en donde aún quedan misterios, criaturas sin nombre y peligro..
Biografía: Edgar Iván House (Lambayeque, 1987) se graduó como docente en la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo. Vive y trabaja en la región Amazonas. Ha escrito el libro de cuentos El tiburón ha renunciado al fuego.

Lugares de venta
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martes, 11 de abril de 2023

El espesor de un lenguaje


La poesía, entre otras cosas, es el terreno de las experiencias intransferibles. En un sentido o en otro, la palabra marca derroteros en los que la experiencia se enmascara en el lenguaje: no hay poesía autobiográfica, hay poesía de la experiencia y la existencia transmutadas en lenguaje. Braulio Muñoz comprende muy bien esta regla y en su reciente poemario, titulado significativamente Yaraví (2021), plantea un tejido textual en el que se entremezclan variados elementos: la memoria familiar, la reminiscencia de la infancia, la migración, la tensión entre lo rural y lo urbano e incluso la escritura misma. Difícilmente se podría tratar de sucesos imaginarios porque, al ser transportados al orden de la ficción, mantienen la fuerza de lo vivido, algo que permite al hablante alcanzar cuotas de intensidad expresiva que de otro modo se leerían como imposturas sin valor. 

Sin duda, el título del libro es una buena puerta de entrada al discurso que contiene ya un rasgo prominente en él: la hibridez. Aunque el yaraví es hoy una forma poética en desuso, su lugar fue ocupado por un tipo de composición musical que privilegia el canto sentimental, el luto amoroso, el tono de lamento. Promovido por el poeta Mariano Melgar en el siglo XIX, el yaraví se caracterizó por sus versos breves y su rima ágil, combinando el influjo del antiguo harawi quechua con el ánimo expresivo de la poesía trovadoresca. Se trata, pues, de un género mestizo, condición, huelga decirlo, que es tierra fértil para la hibridez. Usar la palabra «yaraví» en el título transparenta no solo una elección concreta, muestra también filiaciones culturales. 

El libro se divide en tres partes y esa división resulta clave para entender el proceso que se describe en los versos de Yaraví. Ese proceso alude a las transiciones que vive el sujeto en algunas líneas de su evolución social y cultural. La primera parte transcurre en el «Desierto», transmutación del Chimbote natal, donde se van sucediendo fragmentos que retratan la añoranza por un pasado ya perdido y escenas de infancia y adolescencia que marcan a fuego el acto de recordar escenas a la larga fundadoras. Si se quiere, esta primera parte es la más decididamente lírica. En algunos poemas de esta parte del libro los intertextos revelan con claridad la manera cómo el hablante, mediante su discurso, se inscribe en la tradición. Así, en el quinto poema, se lee lo siguiente: «Recuerdo tu regazo tibio/ con aroma de familia en cena/ tus nanas se trenzaban/ con el canto de los grillos en los gamalotales/ me sentías llorar/ venías a mi lado/ nada te va a ser daño hijito/ me peinabas los cabellos/ con tus dedos suaves/ me contabas de cuando eras niña/ la abuela Gumercinda/ te llevaba de la mano/ por paraísos perdidos/ yo te seguía hilando/ sudarios para mis miedos/ hamacas para mis sueños» (p. 15).

El poema citado sin duda plantea un diálogo con textos como «El hermano ausente en la cena pascual» de Abraham Valdelomar o «A mi hermano Miguel» de César Vallejo. En ambos textos, como en el poema de Muñoz, se canta la ausencia que una memoria melancólica no llega a colmar, y en medio de eso la figura de la madre, espacio del afecto, metáfora de la vida. En común tienen también ese profundo sentido de la intimidad, así como también un espacio ajeno al tráfago citadino. Hay algo irrecuperable en los tres poemas, pues la memoria intenta reconstruir lo que en realidad es un paraíso perdido. El poema de Muñoz, en ese contexto, es una relectura inteligente y sensitiva que establece una red de vasos comunicantes con sus predecesores. La primera parte es también la geografía local.

La segunda parte se titula «Esquinas» (ya podemos ir pensando en este libro como un díptico) y allí se representa al sujeto en entornos urbanos, enfrentando la noche y los avatares propios de la especie de flaneurismo que funda en sus recorridos. La calle, espacio crítico y violento, pero también escenario de encuentro cultural, de interacciones sociales y lingüísticas, material que el libro aprovecha muy bien. El rasgo que mejor conecta a estas dos partes, además del ejercicio de la memoria, es el ánimo polifónico, la inserción de numerosas voces autónomas (incluso en otras lenguas) que dan cuenta de una visión de lo «moderno» en sus formas sugerentes y a veces caóticas. 

El propio autor, entrevistado en el portal Vallejo and Co., señalaba que su intención era que el sujeto hablante de este libro fuera capaz de expresar la condición del hombre moderno. El hablante de este libro, es mucho más que el simple habitante de un puerto de la costa norte del Perú porque su lenguaje constituye un orden más complejo: tiende a lo coloquial en la primera parte, «Desierto», mientras «Esquinas» muestra cierta decantación hacia una dicción barroquizante. La experiencia, sin embargo, tiene el mismo perfil: el profundo desencanto por la vida contemporánea, una visión crítica de la vida y el indeclinable afán del recuerdo, paliativo insuficiente para estos males. Así, en uno de los poemas de «Esquinas» se puede leer: «En noches anhelantes prometimos/ tocar sinfín de campanas/ para construir un mundo nuevo/ pero el diario estregar minó/ lo barruntado y las noches/ no trajeron impolutas alboradas/ fantasmagoría de ese puerto recién nacido/ las ilusiones parecen atizar destinos/ solo cuando el impertérrito ojo duerme/ fuerza corazón otros han de tomar/ esta esquina para incubar nuevos sueños/ la noche ha de alumbrar otros mundos» (p. 46).

La tercera y última parte se titula «Mar» y puede leerse como una síntesis del lenguaje de la primera y la segunda parte. Esta vez se incluyen onomatopeyas de manera casi obsesiva, representando el oleaje y entre ellas interviene el hablante con su discurso, nuevamente instalado en la memoria. La voluntad experimental se acentúa y el hablante saca partido del material sonoro para elaborar la mayoría de poemas de este apartado. En el poema «II», por ejemplo, encontramos los siguientes versos: «¡plumm!.../ los apanquras/ incansables carreteros/ se alzan en seis zancas/ me clavan la mirada/ suishh.../ el ojo siembra jirones/ en neblina escarmenada/ el Apu mecxe las lanchas/ pájaros avivan la mañana/ mis pasos ganan silencio/ suishh...» (p. 72).

La coda del libro es una invocación en la que se recupera el tono lírico, especialmente en los dos versos finales. Esa representación lírica, sin embargo, va acompañada de una actitud reflexiva en torno a la realidad social: «En el polvo de calles y callejones/ me siento liado a mi tiempo/ por madejas de esperanza/ no llego a barrer o sembrar verdades/ regreso arrastrando cadenas usadas/ para denunciar el todavía lo mismo/ la gente despierta tolvaneras/ a ritmo de corazones magullados/ me acomodo el gorro/ es aquí y ahora amor/ enlacemos brazos Mirla, ahora y como siempre» (p. 95). 

Con Yaraví, Muñoz logra una poesía que a la sencillez de sus temas añade el espesor de un lenguaje rico en ritmos y resonancias. Se instala en una orilla crítica de la modernidad y conmueve el intento del hablante por recobrar aquello perdido para siempre, reemplazado por la crispación y el desasosiego. Tengo la certeza de que futuras lecturas de este interesante libro ahondarán con mayor profundidad en uno de los aspectos (una de las lecciones) que pone de relieve su lectura: la capacidad de unir el tono lírico amoroso con el ejercicio de observar el entorno social y escuchar (y escribir/inscribir) sus voces.


Alonso Rabí Do Carmo





Ficha técnica
Título: Yaraví
Autor: Braulio Muñoz 
Género: poesía
ISBN: 978-612-48718-3-2
Sello/editorial: Centro Peruano de Estudios Culturales-Pan Óptico
Ciudad y año de publicación: Lima, 2021
Tamaño: 14.5 x 20.5 cm
Peso: 137 g
Páginas: 104
Precio de venta: obsequio en las librerías Escena Libre (avenida Camino Real 1075, San Isidro), Sur (avenida Pardo y Aliaga 683, San Isidro) y La Inestable (calle Porta 185 B, Miraflores). 
Biografía: Braulio Muñoz (Chimbote, 1946) es escritor, periodista, sociólogo y antropólogo. Estudió Física y Filosofía en la Universidad de Rhode Island y se doctoró en Sociología por la Universidad de Pensilvania. Ha sido catedrático en la Universidad de Pensilvania (1974-1977) y en Swarthmore College (1978-2019). Es autor, entre otros libros, de The Peruvian Notebooks (2006), Alejandro y los pescadores de Tancay (2007, premio International Latino Book Award), Los apuntes de Alejandro (2009) y El Misha (2014).

Información de interés



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sábado, 1 de abril de 2023

Como Suwa en Kuankus


Como todo arte, la poesía ofrece una mirada del mundo. Esta mirada particular de cada poeta se verá nutrida de muchas fuentes, como su lugar de origen, su territorio, su entorno familiar y social, las comunidades que integre, su lengua materna y todas las vivencias, tal vez en gran parte de la infancia, que perduren en su memoria. Visto de esta manera, podríamos encontrar en la producción poética innumerables miradas que nos acerquen a mundos diversos. Sin embargo, el canon literario peruano se ha configurado por mucho tiempo sin mayores bemoles, omitiendo entre sus representantes y obras «fijadas», la literatura amazónica, la literatura en lenguas originarias, literaturas regionales e incluso una escasez de escritoras ante un canon principalmente masculino y centralista. 

Los tiempos están cambiando y la publicación de Sanchiu de Dina Ananco es una bocanada de aire fresco para la poesía peruana actual. El primer poemario escrito en lengua wampis, y versionado al español por la misma autora, nos ofrece una mirada del mundo amazónico, desde una identidad compleja y única en su género. La voz que nos habla en los poemas de Sanchiu es claramente una voz de mujer, una mujer awajun-wampis, pero también una mujer migrante que reconoce en ella huellas de la opaca ciudad en la que hoy radica y considera su hogar. Esta voz poética de mujer nos habla también desde sus diversas facetas: madre, hija, amante, universitaria, ciudadana, heredera y defensora de saberes ancestrales recibidos por medio de la oralidad.

El título Sanchiu se debe al apellido de la abuela materna de Dina Ananco, que además aparece retratada en la portada del libro. Este homenaje nace de la sabiduría de la tradición awajun-wampis que transmitió a la autora por medio de la oralidad. «En tus ojos conocí la historia de mis ancestros”, “En tu palabra conocí a mi familia / Escuché el anen / Inhalé el tabaco». Partiendo de su figura, el poemario ofrece también un homenaje a todas las mujeres wampis, y reconoce en ellas una situación de desprecio y violencia, que no les permite contar con las mismas oportunidades que sus pares hombres. En el poema «Mujer», denuncia: «Dices que respetas a la madre Nunkui / Pero arrojas a tu esposa al suelo y la pateas / La mujer es débil, dices / Dices que respetas a la mujer / “La mujer no puede estudiar porque se embaraza”, sueles decir». Asimismo, en el poema «Palabra del hombre wampis», evidencia la condición relegada de la mujer en la comunidad: «Nunca se escucha la palabra de la mujer / Las mujeres son come piojos / Hablan sin fundamento / No seas como una mujer». Esta condición se ve refrendada por la tradición awajun-wampis, pero ante ello, no se muestra sumisión, sino se levanta la voz, como en el poema «Soy mujer y puedo»: «No soy un árbol para quedarme muda / mientras golpean mi tronco. / No, y no / no soy una tortuga para que me maten a golpes, a machetazos / mientras mi corazón palpita».

En el poema «No sé ustedes», la voz única y a la vez múltiple pone sobre la mesa el tema de la identidad y cómo esta se construye. Entre símbolos provenientes de la tradición wampis como el tarach (atuendo tradicional), aretes de pluma, collares y pulseras de semillas, un labial rojo reemplaza al achiote para pintar su cara con las líneas de sus ancestros. Otros elementos contemporáneos como las redes sociales, los likes, los taxis por aplicativo, pasan a ser parte del día a día de la voz poética y forman parte también de la construcción de su identidad múltiple. El cambio de vestimenta podría representar ese supuesto paso de una identidad a otra, como si bastaran estos atuendos para ser wampis ante los otros, problematizando también el tema de la exotización de la cultura. La confesión final en el poema deja ver un cuestionamiento sobre su identidad, pero a la vez, un saberse de todas partes, asumiendo esta voz múltiple cuyas raíces interminables la emparentan no solo con su lugar de origen, sino con todos los que transita, conoce e influyen en ella en el transcurso de su vida. La mención de Suwa, mujer convertida en árbol de huito según la tradición oral awajun, situándola en Kuankus, río perteneciente a Ecuador, donde la comunidad de los shuar cuentan otras versiones de la misma tradición, reafirma esta idea de cómo los saberes y culturas se entrelazan para construir la identidad. «No sé ustedes, / Pero yo no me conozco / Y me prefiero así / Ser de todas partes / Con una raíz interminable / Como Suwa en Kuankus».

Se retoma esta identidad múltiple en el poema «La pureza ambigua», al cuestionar la idea de pureza de la cultura wampis, que refleja un desdén ante aquello que viene de fuera: «Sí, debe sentirse uno el absoluto placer al llamarse puro / Tan ambiguo / Como yo en mis diversas culturas y / Caminos recorridos de la vida / En tantos continentes de la experiencia / Tan cósmico como la vida breve hacia la eternidad».

A lo largo del poemario se presentan referentes de las culturas awajun y wampis, como deidades, líderes de la comunidad, guías espirituales y personajes de la tradición oral. Por lo general, la voz poética dirige cuestionamientos a estos referentes, queriendo conocer sus secretos: «Cuántos anen habrá cantado / Cuántas cabezas habrá visto cortar. (…) Cómo llegaste a ser pamuk / Enséñame, le puedo decir», o los nombra para interpelar a otros miembros de su comunidad en la defensa de su territorio: «¿Por qué no cuidas tu territorio? / Si viviera Mikut, se avergonzaría de ti. / Cuida el Río Santiago, cuida el agua. / se está contaminando», o en el respeto a las mujeres: «Si conoces a la Nunkui / Si por donde caminas recuerdas siempre a la Nunkui / Piensa, Nunkui es mujer». Cabe mencionar que al final del libro se incluye un glosario, con varios términos wampis mencionados, que será de gran ayuda durante la lectura para quienes leemos la versión en español de los poemas.

También cobran protagonismo en el libro los árboles, las plantas, los animales, los seres vivos en general con los que se dialoga y se convive en armonía. En poemas como «La enfermedad» y «Guardianes del bosque», se refleja la importancia de las plantas medicinales para curar a los wampis, así como el respeto del bosque y de los seres que lo habitan. Se conocen también las propiedades del ajej o kion, en el poema que lleva su nombre. Se personifica al árbol de awan o caoba, imaginándolo sonriente y educado, saludando a los transeúntes. En «Cantan», se añora los sonidos de la selva, los cantos animales que se escuchan al recorrerla, y la voz poética se emparenta con ellos y la naturaleza: «Allí estoy yo también / aunque me sienta triste / sonriente ando». Algunos animales, según la tradición, provienen de personas que se transformaron en ellos y también cuentan con saberes. Por ejemplo, se le pedirá al auju o ayaymama que le ayude a encontrar la verdadera arcilla para aprender a hacer una tinaja. Así, la sabiduría ancestral también proviene y se ve encarnada en la naturaleza, de ahí la importancia de la defensa del territorio, en poemas como «Mikut», o de la interconexión entre todos los seres y elementos de la naturaleza, las comunidades y los seres humanos, como en «Sutil conexión»: «No hay awarun sin el wampis / No sería Estado sin el awarun y wampis / No hay un tú sin mí / No hay un yo sin ti». Este poema también nos interpela en cuanto a la ausencia del Estado en muchas zonas de la Amazonía. Ante esta situación, en el poema «Los sueños en la pandemia» se nombra la injusticia y el abandono, pero se resalta la resistencia del pueblo amazónico: «Si decimos que fue fruto de un sueño / para que nuestra bandera / flameara de rojo y blanco / ¿qué color debemos soñar para ser libres? / El verde de la amazonía es nuestra esperanza / ¿el verde de nuestros bosques es también nuestra perdición? (…) Resistimos para resistir. / Soñamos para resistir. / Tan frágiles pero indomables / como los ríos / fluimos, fluimos».

Dina Ananco nos presenta en Sanchiu el primer poemario en lengua wampis y español, pero además nos remueve con una voz poética de mujer que cuestiona, denuncia, pero también celebra el bosque, sus tradiciones y todas las raíces, amazónicas y no, que confluyen en ella, que no es «de acá ni de allá», sino de todas partes, como Suwa en Kuankus.


Becky Urbina





Ficha técnica
Título: Sanchiu 
Autora: Dina Ananco 
Género: poesía
ISBN: 978-612-429758-8
Sello/editorial: Biblioteca Tlakatlpacha Poesía-Pakarina Ediciones
Ciudad y año de publicación: Lima, 2021
Tamaño: 19.2 x 19.2 cm
Peso: 197 g
Páginas: 128
Precio de venta: S/ 35
Reseña de contraportada: Sanchiu, de Dina Ananco, instala la cultura wampis en el panorama de la poesía peruana. Se trata de una voz poética que escapa del ritual para situar en primer plano las vivencias, la memoria actualizada, sus dioses y sus espíritus. Estructura directa de imágenes sucesivas y fluidas, río-bosque-comunidad-mujer, que se percibe en la lengua replicando un tono que interpela y que, por momentos, parodia la vida moderna —pienso en «Atumsha urukarmetsu»/ «No sé ustedes»—. Al final, es eso, palabra tierna y luchadora «Wampis nuwa asam/ Awarun nuwa asam (porque eres mujer wampis/ porque eres mujer awajun)». Este poemario escrito en lengua wampis es palabra transgresora que azota al castellano. Sanchiu, cuestiona, o mejor, reubica la función del tradicional anen y nampet; revela el acto poético como esencia sanadora o canto ritual; es verso donde el pueblo wampis se expresa con sencillez compleja, evocando el mito y la vida actual; por ello es poesía dadora: «Pujutnasha itamainitjai wi wakerakun (Puedo dar la vida cuando quiero)». Un poemario con río, bosque y mito, como golpe: tierno y batallador. (Gonzalo Espino).
Biografía: Dina Ananco (Bagua, 1985) es awajun por parte de padre y wampis por parte de madre, ambos pueblos de la región Amazonas en el Perú. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y una maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en esta misma casa de estudios. Se desempeña como traductora e intérprete de lenguas indígenas y en 2021 publicó el primer poemario peruano escrito en wampis.

Lugares de venta
Librerías: El Virrey (calle Bolognesi 510, Miraflores), Lancom Bookstore (avenida Petit Thouars 5550, Miraflores), Sur (avenida Pardo y Aliaga 683, San Isidro), Centro de Estudio Literarios Antonio Cornejo Polar (avenida Alfredo Benavides 3074, urbanización La Castellana Miraflores), Libun (avenida Petit Thouars 4799, Miraflores), Ccori Wasi (avenida Arequipa 5198, Miraflores), San Cristóbal (jirón Camaná 1039, Lima), PUCP (avenida Universitaria 1801, San Miguel), URP (avenida Alfredo Benavides 5440, Santiago de Surco), FCE de la UNMSM (avenida Universitaria con calle Germán Amézaga 375, Cercado de Lima).
Librerías web: Libros Peruanos

Información de interés
WhatsApp, dirección electrónica y web de la editorial: +51 999-427-705, informes@pakarinaediciones.org, www.pakarinaediciones.org



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Ricardo Palma, escritor gótico

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