miércoles, 31 de mayo de 2023

Desolación y desencanto


Muchas interrogantes se han formulado en torno al amor en el transcurso de los tiempos. Tal vez muchas de ellas nos visitaron en plena pubertad o adolescencia, y podemos haber intentado responderlas en cierta medida, con simples suposiciones, de cara a la experiencia, o quizá buscando fuentes diversas como la literatura, el arte plástico, la música, el cine, la filosofía, las ciencias sociales. En tiempos recientes, la psicología y la neurociencia también podrían dar sus propias aproximaciones. ¿Qué es el amor? ¿De dónde viene? ¿Se puede vivir sin amor? ¿Qué sería «vivir sin amor»? ¿Cómo sabemos que amamos a alguien? ¿Hay distintos tipos y dimensiones del amor? ¿Cómo nace el amor? ¿De dónde surge este sentimiento intenso? ¿Se elige a quién se ama? ¿El amor puede hacer daño? ¿El amor puede morir? ¿El amor es una sensación cambiante? ¿Adónde se va cuando se acaba? 

Este texto no se abocará a ofrecer respuestas tentativas a dichas preguntas. Sería como poner en aprietos a poetas al instarnos a definir qué es la poesía. Existen múltiples acercamientos, sin embargo, en torno al amor y estas cuestiones, y valdría la pena recuperar algunas nociones que entrarán en diálogo con las visiones del amor o, más aun, de su ausencia en el libro Dónde está el amor de Rossy Majino. 

Desde muy temprano, la sociedad nos ofrece una idea del amor que no es real, uno romántico e idealizado que se debe luchar por conservar, aun justificando o tolerando comportamientos violentos y ofensivos. Un amor que viene a completarnos y asegurar nuestra felicidad. Un amor basado en la posesión del otro. Un amor que todo lo puede, todo lo soporta y merece todo sacrificio. Este conjunto de creencias distorsiona la percepción de la realidad de quien cree amar y dificulta la construcción de relaciones saludables. Cabe preguntarse, entonces, Dónde está el amor. Claramente, no se halla en las relaciones destructivas que nos llevan a desechar la que debería ser la forma más básica e imprescindible de este sentimiento: el amor propio. 

Así, el inhallable amor al que se alude en este libro no se refiere solo al amor de pareja, sino también al filial, al que se experimenta por uno mismo, e incluso al que se tiene por la vida, es decir, las ganas de vivir. Los cinco cuentos del conjunto nos introducen en historias cargadas de desolación y desencanto. Mediante ellas, se nos revelarán las tragedias íntimas de cada personaje, narradas desde diversas voces y perspectivas.

En «Nunca seré como ella», cuento que abre la selección, la voz narrativa, a manera de monólogo dirigido aparentemente a una supervisora escolar, proviene de una adolescente que atraviesa la revelación de un secreto familiar que desbarata su identidad. En su relato, conocemos de manera cruda y dura su relación casi inexistente con su madre, que llega a un punto más álgido aun cuando esta le revela que su padre biológico no era el que ella consideró como tal durante toda su vida y que el real agoniza en Lima. Entrelaza este relato de fondo con la narración de duros episodios de su infancia y la de sus hermanos, así como desgarradores casos de sus demás compañeros y compañeras del colegio. En este primer cuento, el amor ausente para la protagonista es principalmente el de su madre, quien además de ocultarle su origen por tantos años, la entregó a su tía de pequeña y no se hizo cargo de su crianza, ni de la de sus hermanos menores, que tienen que trabajar vendiendo caramelos para sobrevivir. En su relato, podemos sentir el desamparo y decepción ante su madre. Ve en ella, en lugar de una figura materna, un referente de la mujer que no quiere llegar a ser.

«La última pista» nos hace espectadores de la decadencia de un hombre sumido en el alcohol, luego de ser abandonado por su esposa, junto a su hijo de meses de nacido. Sabemos que se había casado solo un año atrás y que la partida de su esposa se dio de manera inesperada. Entre sus recuerdos y divagaciones, llega la imagen de su hijo, abandonado doblemente, ya que, tras la ausencia de la madre, él no es capaz de asumir el rol paterno, suplir sus cuidados y librarlo del desamparo. El clima predominante en este cuento es de desconcierto y consternación ante la pérdida inexplicable del supuesto amor. Tras días sin comer, excesos y dolencias físicas, esta turbación por la falta de respuestas parece ser la mayor fuente de su desesperación.

Otro cuento en el cual la memoria juega un papel importante es «Recordando el olvido». Sin embargo, mientras que, en el cuento anterior, el protagonista pasaba por un recuento constante de recuerdos intentando hallar alguna pista para explicar su situación, en este caso nos encontramos con una protagonista que construye voluntariamente sus memorias, como si se tratara de ficciones. Para ello, intenta omitir todo vestigio de recuerdos dolorosos, hilando sus evocaciones con imágenes y detalles de los libros en que se refugiaba. Esta práctica empieza como un afán de cerrar los ojos ante la realidad, intentando disfrazarla con suposiciones y justificaciones, ante los evidentes engaños de su esposo. Solo cuando el golpe de la realidad es tan fuerte que se hace imposible evadirlo, termina con esta relación e intenta desterrarla también de sus recuerdos. Si bien en este cuento el desencanto se origina en la falsedad de un amor en el que supuestamente todo era felicidad, este afán por construir una realidad alterna maquillando sus imperfecciones proviene de más atrás: «en un mundo idealizado que su madre alentaba con la actitud sumisa de toda esposa de una pequeña ciudad donde las miradas escrutadoras, prejuiciosas y conservadoras la arrinconaban a encerrarse en su vida perfecta que, felizmente para ella, sí era perfecta; por lo menos eso es lo que pensaba de sus padres. Pues su madre nunca se quejó de algún mal trato por parte de su esposo y tampoco levantó la voz para exigir una explicación, un derecho o para pedir libertad; no, ella jamás había discutido siquiera con él, porque eso no se lo habría permitido». Así, la tradición de sumisión y la entrega a una vida irreal se ve transmitida por la vía familiar, dejándola sin armas ante una relación a todas luces negativa, en la que definitivamente no estaba el amor. 

«Obsesión» comparte la línea de la invención y alteración de recuerdos. En este cuento, narrado en segunda persona, el protagonista es un hombre agobiado por su mente, al no poder dejar de pensar en una mujer que no comparte su visión del amor como necesidad de posesión del otro. Su obsesión por ella se manifiesta con pensamientos intrusivos que no le permiten desarrollar su vida de manera normal, y lo apartan del mundo, de sus seres queridos y de sus sueños. Su afán por olvidarla con otros amores es inútil y, en esos supuestos nuevos amores, repite el patrón de querer limitar su libertad. En este cuento, el desamor proviene del mismo protagonista y de su incapacidad para construir relaciones sanas.

Cierra el conjunto de cuentos «El último adiós», narrado desde la mirada de la mejor amiga de la protagonista, quien entabla una relación a distancia que se nos da a conocer por medio de los chats que intercambian durante seis meses. Estos mensajes se van haciendo más intensos, incluyendo versos de sus autores favoritos, apelativos cariñosos y familiaridad, dando cuenta de la conexión que van construyendo entre ambos y de su deseo creciente por poder estar cerca. Sin embargo, cuando él decide viajar para conocerla, ella se muestra dudosa y siente miedo de perder lo que tienen. Al llegar, su encuentro se verá frustrado por algo que ella no le había contado y que la lleva a decidir no acercarse a él. En este cuento sí encontramos la ilusión que genera el enamoramiento, los primeros signos de un amor que empieza a construirse. Sin embargo, el desencanto radica en la imposibilidad de concretarlo y en la inevitable despedida. 

Dónde está el amor, en suma, nos ofrece cinco visiones de la ausencia del amor, ya sea porque se niega, porque se abandona, porque se confunde, porque se hace pasar como tal sin serlo o porque se teme salir lastimado. Cinco cuentos que interpelarán nuestra propia concepción del amor y tal vez invoquen nuestros propios recuerdos de amores, desamores y otros desencantos.


Becky Urbina





Ficha técnica
Título: Dónde está el amor
Autora: Rossy Majino 
Género: cuento
ISBN: 978-612-4455-20-9
Sello/editorial: Ediciones Rocinante 
Ciudad y año de publicación: segunda edición, Huánuco, 2022
Tamaño: 13 x 20.7 cm
Peso: 100 g
Páginas: 68
Precio de venta: S/ 15
Reseña de contraportada: Dónde está el amor ofrece una delicada pero desgarradora exploración del mundo de la mujer, particularmente de aquella que ha sufrido el acoso de su propio entorno. Así, temas como el deterioro moral, la orfandad, la sumisión, la violencia soterrada, la frustración, el desencanto y el fracaso, envuelven estos cuentos. Sin embargo, en cada historia subyace la visión de una autora que no claudica y contrapone, a las circunstancias vividas por sus criaturas, una indeclinable reafirmación del deseo de vivir. De esta manera rompe el esquema tradicional del personaje irremediablemente vencido, como único desenlace. Desde esta perspectiva, la utilización del monólogo, como también el juego de la primera con la segunda personas gramaticales, recursos técnicos que utiliza, se convierten en un clamoroso llamado para que se escuche la voz (o la denuncia) de sus protagonistas, la mayoría mujeres. Apela o recrimina, pues, a ese otro ser, indiferente o ajeno al drama cotidiano, que suele contemplar, juzgar y condenar desde lejos. En suma, los cinco cuentos aquí reunidos, nos remiten a sensaciones diversas, pero predominan aquellas que nos soliviantan frente a crudas realidades, en las que se agitan odios, rencores, resentimientos, desencantos, pero también amores, desamores, encuentros y adioses inevitables. (Mario Malpartida)
Biografía: Rossy Majino (Huánuco, s/f) es, además de escritora, licenciada en Ciencias de la Educación y Humanidades, Lengua y Literatura por la Universidad Nacional Hermilio Valdizán (UNHEVAL), así como docente en la especialidad de Lengua y Literatura de su alma mater. Dirige actualmente Ediciones Rocinante.

Lugares de venta

Información de interés
Enlaces sobre este libro: entrevista a la autora, nota de Ahora



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domingo, 21 de mayo de 2023

Vigencia del ejercicio poético


Los talleres literarios suelen ser una especie de conciliábulos secretos, en el sentido de que no es frecuente conocer más allá de las fronteras físicas de esas sesiones lo que allí se trabaja, se lee o se discute. Sus miembros son pocos, casi una sociedad secreta de creadores que se reúnen en torno a la pasión por el lenguaje, la escritura, la imaginación y la palabra, en este caso, poética.

El poeta piurano, radicado en Trujillo, Luis Eduardo García, dirigió en dicha ciudad un taller de poesía y una selección de poemas de los asistentes forma la antología Nueve goces apátridas. El título puede llamar a intriga, pero el poeta aclara su sentido en el prólogo: la patria de estos poemas es de manera fundamental su lenguaje. La excepción a este espíritu sería el último poema que comento en esta nota, de arraigo netamente peruano.

La idea de gozo añade la dimensión del placer, de esa alegría íntima (intuyo escasa) que puede proporcionar la creación: «Se entiende que los nueve goces son el resultado del placer o la posesión (efímera) del absoluto poético que buscamos atrapar infructuosamente cada vez que escribimos» (p. 9), dice García. Y no le falta razón.

El taller ha abierto sus puertas y revelado sus secretos. Una buena manera de saber qué se hace en ciudades fuera de Lima y cómo desde ellas se practica, se ejerce la literatura, el oficio creador. Se sabe que mucha de esta producción no llega a Lima y si llega es poco el impacto que tiene. Es hora de ir pensando en cómo cambiar la manera en que los textos literarios circulan en el país. Pasemos, pues, a la sala secreta de este taller trujillano y leamos. 

El poema que abre la muestra se titula «Amordemia» y pertenece a Roxana Angelats. Un poema de lenguaje engañosamente sencillo y lírico de modo profundo, en el que se canta la imposibilidad de la plena realización del amor, es verdad, pero contiene también su solución: 


Pero si me pides,

quizá

que hagamos del amor una renuncia

entonces, sí,

te amaré en tu siguiente amanecer (p. 13)


A continuación, Julio César Bailón ofrece a la lectura el poema «Lo inexplicable», de indiscutible carácter filosófico, pues en su centro hay una intensa búsqueda ontológica, un reclamo de la unidad del ser: 


Muchos años en busca de una religión donde encontrarme,

en busca de un paraíso personal (p. 17)


Edith Martínez Luna presenta «Quién iba a imaginar», un texto breve, de corte epigramático y de ejecución impecable, sobre la sensación sonora y la finitud de la vida. Lo cito completo: 


Quién iba a imaginar que detrás

de esas puertas

hay música.

Un sonido muerto que se apaga

entre las aguas (p. 21)


Víctor Andrés Rivera, en tanto, plasma en el poema el uso del espacio y el juego tipográfico, señal inequívoca de vanguardia, para llegar a una reflexión existencial a partir de temas como el mundo familiar, la ausencia y la soledad: 


He sido amado tantas veces

y tantas veces he fallado

Mi sueño es amar

Pero me cuesta amarme

Me encanta ver el sol

pero vivo en la noche (p. 24).


Por su parte, Ever Oblitas evita con perspicacia los lugares comunes del nativismo para evocar la ciudad de Julcán desde la perspectiva de la persistencia, de la memoria, del ánimo de permanencia. Sin melancolía ni excesos telúricos, Julcán resiste: 


tus treinta mil lamentos sombríos

que incólumes a los dioses juegan al azote

sobre tu piel grieta y curtida (p. 28).


Nancy Romero escribe el poema «Tu silencio» y no deja de ser uno de los poemas más interesantes del conjunto, por la precisión de su lenguaje y el ritmo que mantiene al punto de ser una verdadera pincelada en la que aborda un tema de larga estirpe en la tradición poética, como muestra el intertexto quevediano, al aludir al célebre soneto «Amor constante más allá de la muerte». Permíteme, lector, que lo cite también íntegramente:


Tu silencio

¿Cómo quieres que respete tu silencio? Si dejaste tu voz en mi casa haciendo eco en mi corazón.

Sucumbe mis actividades, me oscurece el día.

Tu silencio me está rompiendo hasta pulverizarme.

Polvo seré y me desvaneceré feliz.

He sido amor en ti. 


Raúl Hernández Armijos escribe «Bajo los cristales». Una meditación breve que nos acerca al tema de la muerte, de la finitud de la vida. De esa conciencia aflora un sentimiento trágico, fatalista, ante el cual la acción humana es inútil: 


(...) ante la muerte,

nada se puede hacer.

Ni contener

su lluvia tristísima (p. 34) 


Ángela Mariñas es autora del poema «Vivir el clímax», una visión nostálgica de la concepción y su duración, el deseo de volver a las aguas del origen en el vientre materno, territorio que da la vida, pero asoma también allí su negación, la inexistencia: 


Quiero no ser antes de ser.

Volver al espacio en el que ellos se pertenecían.

Vivir en el clímax.

Volver a ser nada (p. 37)


Cierra la antología Rosa Rebaza Villalobos con «¡Perú, eres tú!», una invocación de tema patriótico y aliento cívico que nos invita al disfrute de una identidad casi siempre inasible y escurridiza. Una mirada optimista y alentadora en tiempos oscuros es cosa de agradecer. Se agradece también la publicación de los trabajos de un taller de poesía que permite vislumbrar la vigencia del ejercicio poético en el país y conocer un poco más a las voces que conforman el coro reunido en estos goces apátridas. 


Alonso Rabí do Carmo





Ficha técnica
Título: Nueve goces apátridas
Autoras/es: Roxana Angelats, Julio César Bailón, Edith Martínez Luna, Víctor Andrés Rivera, Ever Oblitas, Nancy Romero, Raúl Hernández Armijos, Ángela Mariñas, Rosa Rebaza Villalobos 
Género: poesía
ISBN: 978-612-48584-4-4
Sello/editorial: Infolectura Editorial 
Ciudad y año de publicación: Trujillo, 2021
Tamaño: 14.5 x 21 cm
Peso: 80 g
Páginas: 48
Precio de venta: S/ 10
Reseña de contraportada: Se entiende que los nueve goces son el resultado del placer o la posesión (efímera) del absoluto poético que buscamos atrapar infructuosamente cada vez que escribimos. Un goce, por lo demás, apátrida, es decir, sin nacionalidad y, por extensión, sin filiación, que no se puede atribuir a un tipo de poesía o corriente literaria. Lo que las une es precisamente el goce y la carencia de una atadura geográfica. Los apátridas son nueve y en ellos podemos rastrear temas como el amor dramático y erótico (Roxana Ivonne), la búsqueda ontológica (Julio César), la belleza de lo desconocido (Edith Gisel), la vuelta al origen (Víctor Andrés), la épica telúrica y andina (Ever), el amor místico e irreparable (Nancy Vilma), las frágiles fronteras entre la vida y la muerte (Raúl), la metafísica y la biología de la nada (Ángela Valeria) y la persecución del ideal patriótico (Rosa). Es curioso que entre todas las voces apátridas haya una que declare abiertamente su ligazón afectiva con el Perú. Los poemas Nueve goces apátridas persiguen y exhiben diversos niveles estéticos. Son la punta de la madeja que se desenredará del todo más adelante. (Luis Eduardo García)

Lugar de venta
Librerías web: Infolectura

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jueves, 11 de mayo de 2023

Cusco «dark»


«La autenticidad de sus personajes viene de cualquier esquina, no de elegantes vernisagges o simposiums con engolados escritores o pintarrajeadas poetisas. No carajo, viene de batallas callejeras, de todas las resacas y borradas de cintas en esas interminables rumbas, o de la escuchadera maravillada del chicucha que luego sueña y despierta para vivirla. Por eso su lenguaje está tan vivo que se hizo imprescindible un glosario de neologismos y barbarismos para léernoras y repollones», escribe David Rodríguez en la contratapa del libro.

Léernoras es una variación de lorna, persona lenta y fácil de engañar, usada por Valentina, uno de los personajes. Repollón, variación de empollón, dícese de la persona que estudia mucho. También Valentina pronuncia esta palabra. Mientras que chicucha sirve para referirse a un joven o jovenzuelo, como Abimael Robles, otro de los personajes, quien parece vivir ahogado en la chicha de las cantinas de mala y buena muerte del Cusco: bebida que con frecuencia consumen el resto de personajes, además de música death metal entre muros incas.

De esta manera, el libro propone, en boca de sus personajes, un interesante abanico de neologismos, que tienen su origen en la jerga local cusqueña entremezclada (como la chicha) con el lenguaje actual de la jerga digital de las redes y las comunicaciones por celular, de las que, ciertamente, es difícil escapar, aun más en una ciudad que se precia de cosmopolita, en pared con su historia ancestral de claves incaicas como el Cusco.

El libro en cuestión se titula Antares. Onírico manifesto (2022) y el autor es el cusqueño Carlos Alberto Rojas de la Torre (sin fecha de nacimiento declarada). Un conjunto de diez relatos que nos acercan al Cusco del siglo pasado y contemporáneo, poblado de su impronta tradicional, ritual, turística, de «marca Perú», pero también hiperconectado por internet, el consumo de alcohol y drogas, y problemas de tipo identitario y cultural. En todo caso, un Cusco que es vivido y observado por los ojos de personajes jóvenes, descreídos, conflictuados entre las redes y los muros de piedra que les gritan Historia; personajes que tienen nuevas maneras de ver el mundo y están dispuestos a romper el cerco, a hacer añicos la clásica foto postal cusqueña que solo muestra una cara de la moneda.


Los relatos

Un grupo de relatos de Antares. Onírico manifesto se ambientan en la época actual y pueden definir el corpus del libro. Entre ellos se encuentra «Valentina», que abre el conjunto, narrado por la voz de la protagonista homónima: una muchacha cusqueña acomodada de gustos lésbicos y vida disipada quien recala en una antigua casa del barrio de San Sebastián recibida en herencia. Allí se topa con una vieja pintura al óleo en la que se ve a una mujer de rasgos andinos. Pronto, Valentina se sentirá inquieta: la mujer es más hermosa que ella. Pero ¿quién es esa mujer? La historia dará un giro hacia el pasado y la celebración de ritos de limpia. En «Joven, aún», somos parte, mediante la historia de dos amigos, de un recorrido de disfrute y descubrimiento de la comida popular cusqueña de las zonas marginales, en contraposición con la comida gourmet que se ofrece en los restaurantes caros del turismo de lujo. La señora Markusa, quien vende chicharrones, y mamita Augusta, especialista en el manjar del caldo de cabeza de cordero, emergen como símbolos. La muerte, como el fino corte de un cuchillo, está presente hacia el final del relato. Mientras que, en «El último evangelio del Rocker», en un tono de humor, el autor cuenta la historia de un joven metalero, quien reclama a Satán su olvido de favorecerlo con dinero y comodidades, pese a haber cumplido con sus encargos en la Tierra.

Otros dos relatos se sitúan en el Cusco de finales de la década de 1980 y comienzos de 1990: «He pecado» y «Felicita». El primero muestra la incipiente movida de música subterránea en el Cusco, mediante la vida de Abimael Robles, un muchacho fanático de la música metal y sin trabajo conocido, quien deja embarazada a Elena. En tanto que es un embarazo indeseado, el aborto se plantea como una solución, pero Elena decide tener el hijo. Abimael, por su parte, preferirá recorrer el camino del mal y la delincuencia, y será parte de una organización de trafico de órganos. De esta forma, circunstancias insólitas van encontrando su cauce en la historia y en la vida de los personajes hasta llegar a un final inesperado. No obstante, la trama es sobrepasada por la crudeza del relato en la forma de ser narrado y el uso del lenguaje, y muestra, en realidad, la miseria de una generación hundida en la necesidad, en una sociedad que se sustenta en lo ancestral como un discurso edulcorado, que no beneficia a todos y mucho menos les presta atención.

Por su parte, «Felicita», el relato que cierra el libro, se ambienta en el primer gobierno de Alan García y podemos decir que se trata de un relato social. Cuenta la historia de una familia cusqueña humilde, pero próspera económicamente, que pronto se ve arrasada por las medidas del gobierno y el caos de la inflación, el terrorismo, las deudas con los bancos, los intereses, hasta un punto exasperante que conduce a una salida trágica ante la impotencia de no poder afrontar la realidad.

De esta manera, hay un contrapunto entre «Valentina» y «Felicita». En ambos relatos la protagonista es una mujer joven, y, si bien, ambas son diferentes socialmente, son habitantes de un mismo espacio como el Cusco, aunque en épocas distintas. Esto permite establecer una línea de tiempo para entender cómo ha cambiado la percepción de la ciudad en los habitantes, y cómo ellos y la ciudad se desenvuelven social, tecnológica y culturalmente. Mientras que Abimael Robles, de «He pecado», triangula esta realidad y nos muestra una cara distinta: el Cusco dark, secreto, de ocurrencias paranormales, violento y marginal; y el Cusco bajo las piedras y los rituales del mal, que preferimos ignorar. Así, estos tres relatos se convierten en el eje de Antares. Onírico manifesto y es por medio de ellos que Carlos Rojas exhibe sus mejores dotes en el uso del lenguaje y la recreación de la jerga local, la mezcla del quechua y las palabras gringas y foráneas, y el conocimiento de nuevas claves culturales híbridas que se han ido adueñando del imaginario cusqueño. A esto responde la necesidad de incluir un glosario después de cada relato. 

Al respecto, en los glosarios el autor no solo brinda el significado de los vocablos, sino en muchos casos y con cierta ironía deja sentir su impresión. Por ejemplo: Mote con queso: «Delicioso potaje peruano que aún no ha sido patentado por el gobierno chileno» (p. 158). O Yunza: «Alegre festejo propio de los carnavales en casi todo el Perú. Siguiente objetivo después de eliminar las corridas de toros, ahora debemos cuidar los árboles y no cortarlos ni en los carnavales» (p. 158).


Ritos, brujos y evocación

Lo ritual, el culto y el pago a las deidades, a los apus, a la Pachamama, o bien el incumplimiento de las ofrendas y la condenación por ello, son los temas centrales en otros relatos de este libro. En «El condenado y el caminante», uno de los personajes «debió de haber hecho algo tan grave que incluso la Pachamama lo detestaba» (pp. 81-82). También encontramos elementos oníricos y acaso fantásticos, el quiebre de la realidad, y la disipación de la mente de los personajes, como en «Cincuenta años». En otros, el rito es fundamental para comprender la realidad, por ello que los personajes sean chamanes y brujos, incluso fuera del contexto local, como en «Toroqniyoc», que establece relaciones con los brujos del norte peruano.

Mientras que, «Medio romano, medio blanco, medio amarillo», rompe con el conjunto del libro. Es la historia del gato Evaristo, imprescindible en la vida de don Belizario. Un relato de evocación y tono familiar, en el que la nostalgia, la fidelidad y la relación entre el hombre y el animal son las claves de la lectura


Magia y realismo

Antares. Onírico manifesto es un libro que se circunscribe en parte dentro de un realismo sucio, pero asimismo está colmado de un componente mágico, en el que los rituales, las creencias, los cultos (a veces ocultos), en diálogo con la naturaleza y sus elementos telúricos, no están ausentes. De manera que, no todo está dicho, siempre hay una ventana que todavía no se abre, y que no sabemos qué podemos ver a través de ella. Hay también en este libro una vitalidad vibrante, al mismo tiempo que oscura, que nos conduce a la felicidad, pero también nos arrastra al abismo como muy bien lo experimentan Valentina, Felicita o Abimael Robles, y acaso el propio Carlos Rojas, el autor del libro


Christian Reynoso





Ficha técnica
Título: Antares. Onírico manifesto
Autor: Carlos Alberto Rojas de la Torre 
Género: cuento
ISBN: 978-612-47027-7-8
Sello/editorial: Rey de Bastos
Ciudad y año de publicación: Cusco, 2021
Tamaño: 15 x 21 cm
Peso: 299 g
Páginas: 188
Precio de venta: S/ 45 (pedidos aquí)
Reseña de contraportada: La autenticidad de sus personajes viene de cualquier esquina, no de elegantes vernisagges o simposiums con engolados escritores o pintarrajeadas poetisas. No carajo, viene de batallas callejeras, de todas las resacas y borradas de cintas en esas interminables rumbas, o de la escuchadera maravillada del chicucha que luego sueña y despierta para vivirla. Por eso su lenguaje está tan vivo que se hizo imprescindible un glosario de neologismos y barbarismos para leérnoras y repollones. (J. David Rodríguez/Blac Poncho)
Biografía: Carlos Alberto Rojas de la Torre (Cusco, s/f) es diseñador y desarrollador web en la vida cotidiana, además oidor de historias, cultor de la música pesada y prodigiosa. Luego de macerar su experiencia cotidiana y liberarse con la literatura decidió escribir para dejar constancia de sus sueños y visiones en la ciudad turística más sobrevalorada del mundo. Después de publicar Antares. Onírico manifesto trabaja en lo que será su primera novela: El eólico y las fotovoltáicas.



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lunes, 1 de mayo de 2023

Memoria y oralidad

 

La Amazonía encierra un sinfín de mitos y leyendas que en el transcurso de la historia han pasado de generación en generación. Pensar en la Amazonía peruana es acercarse a sus ríos, su naturaleza exuberante y profunda, sus costumbres, su lenguaje, sus comunidades. Pensar en sus comunidades es enfocarse en quienes las conforman, las habitan y conviven, se relacionan día a día con esa naturaleza y su misterio. Entonces, pensar en la Amazonía es involucrarse con su cosmovisión. Y pensar en esa cosmovisión es comprender la importancia que tiene el desarrollo de una escritura a partir de leyendas amazónicas porque, mediante la transmisión de los mitos de una determinada región, se conserva la memoria y la oralidad.

A partir de esta breve reflexión, deseo comentar el libro que hoy nos ocupa: La niña y la boa de Daphne Viena Oliveira. 

El libro reúne once relatos escritos con un estilo sencillo. Al mismo tiempo, busca recuperar y transmitir la naturalidad y fluidez de los modismos amazónicos. Con estos, trata también de alcanzar una mayor diversidad en los textos urdidos, un acercamiento a la cultura y cosmovisión amazónicas por medio de anécdotas y pasajes que podrían parecer cotidianos, pero que, sin embargo, muestran la esencia del espíritu y mentalidad de esta región.

El libro abre con «Ojos de lagarto». En este relato nos encontramos con la oscuridad de la noche en la selva en medio del río, con la cotidiana presencia de un lagarto en una canoa de la que es desalojado. Río, pesca, humor, risas y misterio inundan el texto. «Ojos de lagarto» es la puerta de ingreso a ese espacio-tiempo que busca mostrarnos Viena Oliveira. 

«El regalo» es el título del segundo relato que explora, por medio de dos hermanos, Renato y Shamuco, las bondades de la selva. Está presente el sonido y la geografía de la zona. «Con mucha destreza saltaba con agilidad las quirumas y avanzaba rápido por las trochas». «Era capaz de escuchar el sonido de la lluvia antes de que lo hicieran los pájaros».

De igual manera la presencia de aves e insectos o el ruido del agua que se mezcla con un sonido muy especial e inconfundible (el llanto de un recién nacido), que permitirá encontrar al protagonista de la historia abandonado en medio del follaje. Hermandad, ausencia del padre y madre abnegada, así como creencias en las historias sobre los chullachaquis, las sirenas, los yacumanas y los yacurunas, son temas que Viena Oliveira intenta desarrollar en el relato, en una búsqueda de misterio y ternura.

En «Doña Guadaña», Viena Oliveira nos invita a ser espectadores de una historia más urbana, en un barrio de Iquitos. Los elementos que encontramos son una casita, una anciana poseedora de «mal carácter» y un machete en su cintura. Los cotidianos enfrentamientos de la anciana con el grupo de niños del barrio, las persecuciones y las huidas atraviesan la historia. En medio de todo está Marden «El Chueco», cuya provocación traerá consecuencias. En este relato, Viena Oliveira lleva adelante un intento por mostrarnos un retrato de una parte de la comunidad, una estampa de esos vecinos, sus formas de vida y sus maneras de relacionarse. Todo acto trae sus consecuencias, nos advierte Viena Oliveira.

Misterio y terror parecieran ser los ingredientes más importantes en «La calavera saltarina». La historia de amor de Antonio y los artilugios que utiliza para huir de la disciplina férrea de su padre lo conducen al encuentro con la calavera. Una vez más, Viena Oliveira nos previene: el temor al castigo del padre puede ser superior a cualquier miedo generado por una superstición, es decir, lo terrenal continúa siendo más fuerte. 

En «La niña y la boa», relato que da nombre al libro, encontramos una historia que realza la fortaleza, la valentía y el riesgo que asume una madre por salvar a sus hijos. Esa fuerza telúrica de la naturaleza, concentrada en una sola mujer, es capaz de enfrentar, de ser necesario, a los monstruos más feroces para defender la vida de sus hijos.

En «Los duendes de los Flores», asistimos a la representación de la relación del poblador con el hecho sobrenatural. La construcción de la familia y la convivencia de esta con la belleza de la naturaleza, y también, de manera indirecta, con el desastre provocado por el ser humano en la selva: 

«Algunos días, cuando el sol brillaba con tanta intensidad y no había señales de lluvia, Samuel caminaba con su familia hasta el borde del río Morona Cocha, que era una parte donde aún no llegaban los desagües, ya que estaba ubicado detrás de los aserraderos de la última cuadra del actual jirón Calvo de Araujo. El agua era limpia, que hasta permitía ver nadar a los pececitos muy presurosos, cuando sentían la presencia de extraños. Ahí la familia al igual que los peces y las algas, propias de los ríos de la selva, se bañaban nadando con mucha tranquilidad».

En este relato confluyen sentimientos de amor familiar, deseo de prosperidad, construcción de una vida en armonía, temor por posibles robos y pérdida de todo lo conseguido por medio del trabajo, así como agua contaminada por desagües, entre otras inquietudes. También nos encontramos con el desplazamiento geográfico de los personajes, ampliando la posibilidad de conocer otros territorios, su gente y sus costumbres.

«Los proyectiles del señor Puit» nos plantea la historia y construcción de un engaño. Retrata de alguna manera las creencias que pueden sumir en el temor y la superstición a toda una población que en realidad termina siendo manipulada por seres de carne y hueso. Un reflejo de la viveza de algunos individuos que continuamente encontramos en las noticias actuales.

En «Tapia», nos topamos con las premoniciones, sucesos extraños e inesperados, el mal agüero y la intuición, que invaden la tranquilidad y orden de la vida de doña Zully, la protagonista, quien se halla segura de que algo está por ocurrir y quebrará su rutina. En este relato también vemos retratada, como en una estampa, la organización de la vida en la Amazonía, las faenas diarias en el trabajo con la tierra y los animales, y llegamos a develar el significado de aquellos eventos que acorralan a doña Zully.

«Juegos en el pueblo» nos muestra a la niñez de un pequeño pueblo amazónico divirtiéndose con sus típicas actividades lúdicas. Se les siente en libertad, corriendo, riéndose, alegres. Uno de los juegos requiere que los pequeños se escondan. En medio de este esparcimiento, se pierde un niño pequeño que estaba al cuidado de su hermanita. Desaparece sin explicación alguna. La madre se enoja al punto de propinarle una patada a la muchacha, además de jalarle el cabello y amenazarla con una gran paliza si el niño no aparece. Viena Oliveira retrata la violencia desmedida en la reacción de la madre. Luego la búsqueda se hace coral y todo el pueblo sale a recorrer la selva. Esta historia, como otras en el libro, queda en el aire, incompleta, sin una pista de la resolución del conflicto planteado. 

En «Don Valentín y su quena», Viena Oliveira intenta trasladarnos a los carnavales en un barrio repleto de familias entusiastas. El colorido de las fiestas, los juegos, la pintura, la música y la quena de don Valentín son algunos de los elementos protagonistas. Tres días de fiestas, un personaje que preside un grupo musical y algunas familias que, de alguna manera, intentarán sabotear las celebraciones del carnaval.

«La cita frustrada» es el relato que cierra el libro. Un muchacho viajero, Raúl, ha llegado al barrio donde vive Imelda y su mamá. Recorre la ciudad con su amigo Nixon y, al regresar al barrio, se cruza con Imelda. Tendrán un pequeño encuentro de donde surgirá la promesa de volver a verse. Pero una cascada de sucesos será el mayor obstáculo. Relato que retrata una vez más a la madre violenta que, al parecer, castiga con chicotazos. A una hija a la que le molesta despertarse temprano, pero que al estar enamorada del recién llegado se levanta «irreconocible, barre y limpia toda su casa sin pelear con su mamá, sabe que tiene que obedecer para ganarse su confianza y poder salir para encontrarse con Raúl». 

Sería interesante e importante explorar otros caminos para contar historias de mujeres de la Amazonía o de cualquier territorio. Historias que huyan de lugares comunes y estereotipos contra los que se hace urgente dar voz a personajes femeninos con sueños, luchas, pasiones, enfrentamientos, logros, aventuras o nuevos conflictos por resolver. Personajes que nos muestren otras caras de las madres, ancianas, hijas, hermanas. Mujeres sabias poseedoras de un conocimiento ancestral. Esas otras caras invisibilizadas... no nombradas ni contadas hasta ahora.


Kathy Serrano




Ficha técnica
Título: La niña y la boa
Autora: Dahpne Viena Oliveira 
Género: cuento
ISBN: 978-612-5048-12-7
Sello/editorial: Trazos 
Ciudad y año de publicación: Tarapoto, 2022
Tamaño: 14.6 x 21 cm
Peso: 127 g
Páginas: 80
Reseña de contraportada: Daphne Viena Oliveira vuelve a comprometerse con la palabra para contarnos historias de la Amazonía, donde los mitos, las leyendas, las narraciones orales recogidas en las calenturas de las tullpas de las abuelas tienen vida, miradas de otorongo y ojos de lagarto. De forma directa, sencilla, coloquial, las narraciones se van entrelazando y tejiendo en estos relatos, donde los duendes, la flora y la fauna se humanizan, con el sonido hechicero de la lluvia. (Luis Alberto Vásquez)
Biografía: Daphne Viena Oliveira (Iquitos, 1970) se licenció en la carrera de Educación en la Especialidad de Lengua y Literatura, es magíster en Gestión Educativa y cuenta con dos doctorados en Educación (en Gestión Educativa y en Ciencias de la Educación). Es docente principal en la Universidad Nacional de San Martín, donde es decana de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Tiene estudios de Diplomado en Educación por el Arte. Se vinculó al teatro en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana, activismo que la llevó a actuar en más de veinte obras de teatro universitario (MUTUP). Participó también en muestras de teatro independiente (MOTIN). Fue fundadora de la Asociación Cultural Pukamachki y de la Escuela Popular de Teatro de Iquitos. En Tarapoto, formó el taller teatral de la Universidad Nacional de San Martín y el Taller de Teatro de la Carrera de Idiomas. Ha publicado Leyendo y pintando con Daphne (dos volúmenes) y De mi juventud y otros cuentos. En colectivo, con el Centro Cultural ReZistencia, asociación cultural que preside, publicó en ReZistencia y sus cuentacuentos, ReZistencia y sus amigos y Selva y dolor (dos volúmenes).

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