Dentro de unas décadas, es muy probable que se dediquen estudios a los libros surgidos durante la pandemia originada por el covid-19 y las peculiaridades que comparten. La magnitud de lo bello de Gloria Ordinola es uno de ellos. Se percibe en sus páginas el contexto de encierro, la pérdida, los cuidados y muchos de los cambios en el estilo de vida a los que tuvimos que adaptarnos durante este periodo. Se percibe también la gratitud por la vida en medio de la muerte. Si todo libro es un viaje, ya sea en el espacio o en el tiempo, este poemario nos traslada claramente, sobre todo en su primera sección, a 2020, y a la mezcla de preocupación, miedo, tristeza, impotencia, agradecimiento, transformaciones y extrañeza que trajo consigo.
La magnitud de lo bello da cuenta del trayecto de la voz poética por distintas esferas de la vida y sus grandes amores y pasiones. Comprende cerca de cuarenta poemas divididos en cuatro secciones: La fuerza del linaje, Una fuerza llamada amor, La dirección del tiempo y La fuerza de lo bello. Por medio de ellas, y con un lenguaje claro y asequible, retrata escenas cotidianas que evidencian el camino recorrido, las experiencias del pasado, al que se alude con nostalgia y añoranza, así como algunos referentes de nuestra historia contemporánea. El yo poético nos da a conocer sus más grandes amores, sus luchas, su pasión por el arte y su fe, que viene a ser un elemento constante en muchos de los poemas.
La fuerza del linaje incluye trece poemas que presentan parte de nuestro patrimonio nacional mediante peruanos ilustres del ayer y de hoy, con sus lecciones cotidianas, sus luchas, su defensa de nuestra patria y su legado. Abre la sección un sentido poema dedicado a Inti y Bryan, los jóvenes que perdieron la vida a causa de la represión policial en la marcha nacional en contra de la presidencia de Manuel Merino y el Congreso:
¡Hijos míos, no han muerto!
Se han ido con la patria,
para hacerla grande y justa,
entre proyectiles y bombas.
También se hacen presentes otros héroes contemporáneos anónimos como los maestros, que en tiempo de cuarentena tuvieron que adaptarse a estrategias de enseñanza muy distintas a las acostumbradas:
La lección es difícil
entre plataformas y pantallas,
sin el cobijo del aula
Asimismo, se halla el personal técnico y de salud, que mostró especial dedicación y entrega durante la pandemia. Encontramos, además, poemas dedicados a referentes históricos, geográficos y culturales, como Atahualpa, Carlos Augusto Salaverry, el Señor del Chira, la Puerta del Sol y la ciudad de Paita. Todos ellos como parte de este linaje que no solo se conforma de huellas del pasado, sino de todas y todos aquellos que siguen forjando nuestra nación.
En el poema «Camino del andar» se mira hacia atrás el camino propio de la voz poética, con nostalgia y orgullo, como parte de un recorrido compartido:
Mis pasos ya no son los mismos del ayer
sus huellas hablan de quehacer y trajinar,
itinerarios de un aguerrido y virtuoso vivir
que hoy quisiera volver a sentir.
Una fuerza llamada amor reúne diez poemas dedicados al amor en sus diversas dimensiones. El amor al padre:
Tallas el coraje y la paciencia,
para criarme con amor,
entre tanto infortunio y desventura.
También a la madre:
Si las canciones de cuna están en el ayer
hoy las canto para alegrar tu querer.
Si la fuerza del viento se lleva tu tiempo,
¡no temas, mamá!, siempre estaré contigo.
El amor de pareja:
El amor se volvió
luz para sus pasos,
manantial divino,
abrigo de los corazones,
besos y caricias sin horario,
día a día.
Al maestro:
Aún taconea en mi mente el caminar atinado
que repica enseñanzas de aquellos maestros
que impartieron la tarea con paciencia y fe
La amistad:
Juntas otra vez
tratando de alcanzar con el alma
ese ayer que guardó nuestra adolescencia
Y la fe o el amor a Dios:
Mi Señor de Muruhuay,
fortaleza de este lugar,
Tarma y Junín te adoran,
Acobamba te venera,
entre rocas, piedras y montañas.
La dirección del tiempo reúne siete poemas que dan cuenta de adversidades de distintos tipos y la lucha que se emprende ante ellas. Varios de estos poemas se dirigen a la mujer, su trajinar y su valentía:
Las estrellas son tuyas,
también el coraje,
arma de tus luchas
heredada con el tiempo,
por una y mil osadas
como rayos de sol.
Así, construye una imagen poderosa del mundo femenino, con sus luchas diarias ante la adversidad y los peligros:
Tus pies avanzan curtidos y descalzos,
sobre piedras que estorban los caminos,
enfrentan con coraje, noche y día,
esas fieras que acechan tus pasos.
Otros poemas dan cuenta de desastres naturales como huaicos e inundaciones, así como la muerte y destrucción que dejan a su paso:
Entre piedras, cenizas y dolor,
ocultó restos de inocentes
(…)
Mató la esperanza de un mañana,
allá en los cerros y montes.
La fuerza de lo bello, sección final, comprende seis poemas dedicados al arte, la poesía y la trascendencia de la creación. Podemos encontrar en esta división aquellas disciplinas artísticas que apasionan a la voz poética, ya sea al apreciarlas como espectadora o al exaltarlas desde la propia creación. La contemplación del arte también le genera preguntas, que nos acercan al cuestionamiento de qué puede hacer el arte ante la vida y sus contingencias:
Dime, pintor,
al niño que corre sin abrigo, ¿de qué color lo pintas?
¿acaso hay un color para el hambre y otro para el frío?
Esbozará también los lugares en los que vive la poesía:
en las coplas de una canción,
en la voz del silencio amordazado
en el corazón extraviado y sin aliento
Y celebrará a sus maestros de poesía al decirles:
Sois un poema.
En suma, la voz poética que transita estos textos se percibe como una emisión con el poder de la experiencia, que despliega con orgullo, autoridad y cierta nostalgia todo lo vivido. A pesar del camino recorrido, que da a conocer en distintos ámbitos, no pierde la capacidad del asombro y la extrañeza frente a lo desconocido, así como la posibilidad de conmoverse ante el arte, la pérdida, la injusticia y el dolor ajeno.
Becky Urbina
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