La Lima impredecible y violenta, aquella que atrapa a sus ciudadanos en una vorágine monótona, en el deseo de vivir y sobrevivir cada día junto con las carencias como con los lujos, y en donde la muerte siempre es una posibilidad latente, en tanto fuerzas ocultas e intereses privados intentan controlar el movimiento de la sociedad, puede ser un tema de análisis desde distintas ramas. Pero también es un asunto para imaginar desde el uso de la ficción literaria y las historias que nos acercan a esta realidad. La novela corta El asesino de la Vía Expresa (2019) de Mauricio Málaga (Trujillo, 1980) explora este mundo escindido en el que se entrelazan una historia de corte policial, el misterio, los ritos sagrados, la violencia delincuencial, los quiebres psicológicos, en el escenario de la Lima actual, en un juego en pared con historias que nos conducen a la ciudad norteña de Trujillo.
El enigma que hay detrás
Una racha de accidentes y muertes extrañas ocurridas en la Vía Expresa de Lima empiezan a convertirse en noticias recurrentes en los medios de comunicación y a causar alarma en la ciudadanía. Los vehículos se dan a la fuga. Para la Policía el asunto empieza a convertirse en una preocupación. ¿Hay un asesino que encuentra placer en atropellar a sus víctimas en esta famosa Vía Expresa? ¿Hay un loco al volante suelto por la ciudad? ¿Se trata de eventos meticulosamente organizados? ¿Cómo así las víctimas se lanzan a caminar por los carriles sabiendo que es una pista solo para vehículos, con el riesgo de ser arrollados como en efecto ocurre? ¿Acaso no resulta raro o por lo menos sorprendente? ¿Qué impulsa a esas personas a poner un pie en la Vía Expresa? ¿Qué hacen caminando por allí para ser arrollados? ¿Cuál es el perfil de las personas que mueren en estos accidentes? ¿Hay respuestas razonables, lógicas, coherentes para este comportamiento? ¿Son acaso personas dementes, que padecen problemas mentales? Las informaciones obtenidas revelan que son sujetos de clase media alta, lo que hace aun más extraño el caso. ¿Qué enigma hay detrás? ¿Hay algún patrón en común que brinde algún dato, un indicio, lo suficientemente claro, para resolver el misterio y, desde luego, frenar las muertes absurdas? ¿O se trata de eventos que responden al sino de la mera casualidad? ¿Hay algún destino maldito en la Vía Expresa, construida en la década de 1960 y que, aunque criticada en sus comienzos y despreciada por su utilidad, luego adquirió una importancia tal que hoy sirve como respiro al infernal tráfico limeño?
Las preguntas, las suposiciones, los razonamientos y las numerosas respuestas que podría haber, además de las nuevas preguntas que surgirían a partir de estas, pueden ser infinitas. Y esto es lo que sabe y atormenta a Antonio Galeno, el protagonista de El asesino de la Vía Expresa.
Galeno es un joven médico del Hospital Cayetano Heredia, asimilado al Cuerpo de Investigación de la Policía, y es quien está a cargo de los cuidados médicos de una de las víctimas de la Vía Expresa quien, milagrosamente, se ha salvado de morir, aunque ha perdido la memoria. Al mismo tiempo, Galeno tiene la misión de esclarecer la ola de muertes, encontrar respuestas y reportar a sus superiores los resultados. La víctima es el único testigo vivo que tiene a mano para su propósito. Dará inicio a una serie de investigaciones.
Historia paralela
Si la historia de Antonio Galeno constituye el principal hilo narrativo de la novela, hay una segunda trama que se desarrolla en paralelo y que el autor utiliza como vaso comunicante, para plantear el cuadro completo de la historia. El lector lo descubrirá gradualmente. Pues, en un primer momento, las relaciones parecen estar difusas, tanto como el enigma sin resolver que determina las extrañas muertes en la Vía Expresa.
Alonso es el protagonista de esta segunda historia. Posteriormente nos enteraremos que este muchacho es aquel testigo y víctima que Galeno atesora y tiene a su cuidado. Alonso es un adolescente acosado por los quiebres de una familia disfuncional y la presencia de un padrastro que lo aborrece y una madre indolente. «La soledad invadía sus ojos y se percibía en él la necesidad de atención que a sus dieciséis no encontraba en casa» (p. 16). En su deambular por las calles de Trujillo, Alonso descubre un estudio de tatuajes y decide tatuarse la figura de una Vargas Girl en el brazo derecho. Allí conoce a Santa, una rubia colegiala que también se tatúa. El destino los junta. Compartirán, además, el mismo tinte de los tatuajes, uno nuevo llegado desde la India y que, tiene un poder misterioso que, inoculado en sus pieles, los vuelve inseparables. Alonso y Santa, presas de su ostracismo e incomprensión familiar, se convierten en unos explosivos delincuentes, y junto con ellos conocemos el rostro lumpen y los meandros de la delincuencia en Trujillo, especialmente, «en la calle Berlín (…), el reino de la violencia en Trujillo» (p. 33).
De esta manera, tanto Antonio Galeno como Alonso son parte de un entramado narrativo que se desarrolla en Lima y en Trujillo, con saltos temporales y raccontos, que permiten sumergirnos en la historia desde distintas perspectivas argumentales y puntos de vista.
Digresiones
El asesino de la Vía Expresa se compone también de capítulos que funcionan como digresiones, con el propósito de plantear algunas claves a la historia madre. Dos de ellos resultan interesantes: el dedicado a la puesta en escena de una obra teatral en la que se da vida a la historia de cinco muchachos pandilleros, aunque los actores provengan de una pandilla real del barrio trujillano Chicago. «Vivían tocando las puertas del infierno, olvidados por la sociedad, crecían como mala hierba que brota en el más ruin de los paisajes. Para ellos conseguir dinero es el día a día, “rankearse” es la meta y hay que empezar de cero, cada quien más admirado por lo que es capaz de hacer en estos tiempos violentos» (p. 41). Tal vez Alonso es uno de ellos. Son conocidos también como «los olvidados» y recuerdan a la collera de los Los inocentes de Oswaldo Reynoso.
Una segunda digresión se centra en la experiencia de un mochilero de paso por ciudades sudamericanas. Sobrevive realizando malabares con fuego en las esquinas de las avenidas. Es en la ciudad boliviana de Santa Cruz que una noche tiene un altercado con el conductor de un vehículo, lo que terminará en su detención por parte de la Policía. En la cárcel tendrá que sobrevivir a cualquier costo ante la hegemonía del poder por el control de la droga y el sexo. El encierro acabará con una escena de ribetes piromaníacos que le permitirá huir, para luego dirigirse hacia Brasil. Tal vez es parte de la experiencia que viven en algún momento de sus vidas Alonso o el propio Antonio Galeno.
Un monstruo entre líneas
El asesino de la Vía Expresa relata entre líneas un problema estructural que va más allá de los accidentes y muertes en la Vía Expresa limeña. Un problema que tiene que ver con la agitación de la vida moderna, la competitividad, el capitalismo, el éxito, la caída frustrante y la enfermedad si no se alcanzan los logros. La afectación en la autoestima y las opciones que se toman ante ello. Tal vez, sin saberlo, Antonio Galeno y Alonso son los brazos de un monstruo que está próximo a llegar, o que tal vez ya convive entre nosotros, en la gran ciudad, y del que nadie se da cuenta o es mejor ignorar. Un monstruo que seduce, que ofrece paliativos a una vida sacudida por las urgencias, que tiende la mano para contrarrestar el estrés producto de la maquinaria social que arrolla la salud mental, y que nunca se detiene. Por el contrario, el monstruo cada día gana nuevos adeptos lo mismo que ingentes ingresos económicos a costa del desasosiego.
De esta forma, las historias de ambos personajes encuentran un punto de unión que sugiere un juego de roles, como un efecto sorpresa. Tal vez, Antonio Galeno y Alonso son un mismo ente escindido ante el deterioro, la búsqueda de respuestas, la locura, la razón y la aceptación de la verdad. Así, de las coordenadas iniciales del género policial, el autor de El asesino de la Vía Expresa nos conduce hacia una reflexión social y psicológica que intenta develar una realidad más compleja por encima de los accidentes y las muertes en la famosa Vía Expresa.
Christian Reynoso
No hay comentarios:
Publicar un comentario