Las islas de Iros empieza con una escena que de pronto me recuerda, de alguna manera, al pequeño Harry Potter. Un niño de doce años, uno de los protagonistas del libro, Luke Weiler, a pesar de estar en desventaja, se arma de valor para defender verbalmente a su hermano Finn, por lo que recibe una golpiza de dos chicos un poco más grandes que lo están transformando en un saco de boxeo. Todo sucede «en un callejón oculto, en algún lugar de la isla de Zuturo», se lee en las primeras páginas del libro. El niño se ha buscado la pelea por impetuoso, característica que más adelante justificará sus acciones en cuanto inicien sus aventuras. Pronto es defendido por su amigo Damien, rubio, de ojos grises y mirada asesina. En estas primeras páginas nos enteramos de que Zuturo cuenta con un ejército, los corsarios carmesíes («¡Los corsarios carmesíes son los soldados más respetados de Iros! Gracias a ellos, Zuturo no ha volado en pedazos», p. 11), que ese mismo día partirán en busca del dedo de Darakhan.
De aquí en adelante la autora nos pone al corriente de la leyenda detrás de este dedo que motivará gran parte de la historia y aventuras que vivirán tanto Luke y Damian como Kaori (la tercera protagonista): «Se rumoreaba que quien se comiera el dedo de Darakhan heredaría todos sus poderes, convirtiéndose así en hechicero. Este rumor fue suficiente para que marinos de todo el mundo se lanzaran a una búsqueda incesante. Sin embargo, el dedo nunca había sido encontrado», p. 19.
La autora, una joven Luana Mitre que ha escrito bajo el seudónimo de L.M. Bracklow, una vez más me remite a J.K. Rowling y me hace pensar en un homenaje a la autora de la famosa saga protagonizada por el pequeño mago.
Luana construye la historia en treinta breves capítulos. La división que ha escogido tiene una estructura definida y está escrita de tal manera que consigue que la historia fluya con velocidad. Así, en el primero, nos presenta a Luke y a Demian, en el segundo llega Kaori, y en el tercero ahonda en los sueños de Luke y de Demian, en el origen de esa amistad, en los deseos de la familia y hasta en lo que es importante para la isla. Y, por medio de estos tres capítulos, también nos familiarizamos muy rápidamente con otros personajes, como el capitán Bauer, Finn, el hermano de Luke, y Ramsey Dientenegro, entre otros, y con los lugares que ha creado la autora: en continente Iros, las islas Zuturo y Mokrull, la Guarida del Ahorcado. Estos personajes y un acontecimiento que surge en el tercer capítulo detonan las razones o los motivos que definirán el curso de la historia.
La amistad de Demian y Luke es incondicional. Ambos son inseparables. Luke es descrito como el muchacho a quien todos quieren, excepto los dos jovencitos golpeadores del inicio de la historia. Se le describe como extrovertido, de fácil conversación, alborotado, amiguero; Demian, por el contrario, es el polo opuesto a Luke: serio, callado, fuerte. Mientras Luke fantasea con convertirse en príncipe, Demian anhela convertirse en corsario carmesí y embarcarse para poder llegar a la isla Mundrach, conocida por esconder tesoros protegidos por gigantes despiadados y robarlos para darle una mejor vida a su abuela. Pero todo dará un giro y la historia tomará un rumbo en el que unirá a Luke, Demian y Kaori en un sinfín de aventuras. Entrarán a un campo de entrenamiento y sus vidas darán giros entre sujetos rudos, magia, destinos, islas con nombres raros, misterios, gigantes, barcos, cámaras secretas, personajes que guardan secretos, como también guerras, batallas, sirenas, mares, traidores. Describir en este momento cada capítulo sería develar la historia que Luana Mitre desea que lea y descubra por sí mismo cada quien.
Luke será como Harry Potter, un niño de doce años, aparentemente algo torpe o hasta ingenuo, pero bondadoso, un muchacho que de pronto se verá obligado a enfrentar al mal e intentar derrotarlo. Por otra parte, Demian se enfrentará a muchas pruebas, y Kaori será como Hermione, la muchacha que ha leído muchos libros, que es inteligente y que junto con sus dos amigos también tendrá que sobreponerse al mal y enfrentar mil y una aventuras. El triángulo amical es la base de esta futura saga.
Luana Mitre ha creado un primer volumen que dialoga con muchos aspectos de la saga de Harry Potter y, al mismo tiempo, ha planteado su propio universo de seres fantásticos y reales. Posee imaginación, una escritura que fluye. La traducción al español a veces incluye la palabra «tío» que, en este lado del mundo, por lo menos a mí me hace ruido, teniendo en cuenta el origen peruano de la autora.
El libro se deja leer rápido y, tal vez, sería interesante que la autora le diera mayor tiempo y proceso a las historias. En este primer libro, he percibido que todo pasa demasiado pronto y esto puede llevarnos a sentir que algunas cosas, a pesar de haber creado un universo con sus propias reglas y proponiéndolo en un género de fantasía, podrían ser inverosímiles.
Por otra parte, desperdicia espacios como la casa en Zuturo, la relación entre los hermanos Luke y Finn o hasta el vínculo entre aquel con Demian y Kaori. Igualmente sucede con el tiempo en el campo de entrenamiento o el mismo barco en los que algunas escenas o partes de la historia podrían desarrollarse con mayor profundidad y detalle. Si recordamos los libros de Harry Potter, nos daremos cuenta de que su autora no se apura y nos hace disfrutar todo el proceso de crecimiento de Potter. Nos hace conocerlo y amarlo a tal punto que luego ya no podemos dejarlo. Creo que este aspecto es algo que tal vez la autora pueda tener en cuenta para las siguientes entregas de la futura saga.
Sin embargo, resulta importante resaltar que el libro Las islas de Iros marca, sin lugar a dudas, es el inicio de una carrera auspiciosa que nos promete la entrega de una larga lista de títulos que conformen el universo narrativo en clave fantasía de Luana Mitre.
Kathy Serrano
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