La esfera mágica de Ronald Leiva Echevarría reúne cinco relatos cuyos epicentros se concentran alrededor del mito, la leyenda y la fantasía
El libro abre con «Fortunato, un gallo singular». Cuenta la historia de tres hermanos que quedan huérfanos, Elena de tres, Josué de cinco y el narrador de ocho. Los tres se ven obligados a viajar a casa de su abuelo, un criador de gallos de innumerables razas y procedencias. En esta historia nos narra la vida de los niños con su abuelo, Calixto Durán, dueño de sembríos de caña y poseedor de una enorme pasión por los gallos de pelea que llegan a los cien ejemplares de una gran variedad de razas, pero dentro de esta colección de gallos sobresale uno, Fortunato, el invencible, producto del cruce de un Hatch de Luisiana (Estados Unidos), y una gallina Rhode Island, criada en el Perú. El relato nos presenta la muerte como el destino final e inevitable de los padres y de los gallos. La muerte como lección. Descripciones del mundo gallero y su violencia en medio de una competencia sangrienta. Y, atravesándolo todo, el orgullo, la lealtad y el amor.
En este relato nos encontramos con una amplia descripción de gallos de pelea que por momentos nos resulta tan exagerada como larga. La descripción importante es la de Fortunato, a quien el autor nos describe así:
«Sus ojos eran de color naranja con pupilas y párpados negruzcos. Su pico era grueso y negro. Tenía el cuello fuerte y el tórax robusto, cubierto de plumas multicolores, rematadas con plumas verdosas y tornasoladas, al igual que sus grandes alas. Sus muslos y cola eran albos, como si estuviesen almidonados. Y toda esa envergadura gallística se sostenía sobre 2 firmes y gruesas patas negras, de dedos largos dos grandes espolones donde se colocaban las mortales navajas».
Asistimos a un cruento desafío entre humanos que será ejecutado por el cuerpo, la sangre y la rabia de sus animales. El cuento busca transmitir la historia de este supergallo con características de un Rocky Balboa en sus más cruentas peleas. Heroico, valiente, tozudo, leal e inquebrantable con una misión en su existencia que corona el final del relato. El autor nos deja claro que le gustan y sabe mucho de peleas de gallos y que, por medio de esta historia, quiere transmitirnos un mensaje al estilo de las fabulas que nos acompañaron en la niñez. En lo personal, me sobra el primer párrafo en el que se narra el accidente de los padres. Me parece innecesario. Podría iniciar sin problemas así: «Calixto Durán, nuestro abuelo, tenía sembríos de caña y una enorme pasión por los gallos de pelea». Por otra parte, hay algunas frases hechas que de eliminarlas el cuento ganaría en limpieza y fluidez.
El segundo relato lleva por título: «Los transmutadores». En este, el autor nos trae a la CIA en pleno, a espías capturados en Corea del Norte, un comando supremo de esta agencia estadounidense reunido para deliberar la mejor forma de salvar a los soldados apresados, un científico que dice no haber sido invitado a la reunión, pero que tiene la solución al problema (esto es inevitable que me resulte inverosímil). Este científico es Richard McCoy, doctor en biotecnología y genética que plantea un plan para ingresar un soldado americano en Corea del Norte. Toda una propuesta para utilizar el arte del camuflaje que leemos en la siguiente cita de la página 26 del libro:
«Un silencio general y una señal para que continúe con su disertación, dieron pie a la explicación científica.
»—Desde hace mucho que vengo estudiando a cuatro maestros en el arte del camuflaje: el camaleón velado o Chamaeleo Calyptratus, el pulpo mímico de Indonesia o Thaumoctopus Mimicus, el sapo de lluvia mutable o Pristimantis Mutabilis y la metasepia o Metasepia Pfefferi. Luego de años de experimentación, logré separar los cromatóforos o células que les permiten el cambio de color y forma. También separé las células que fabrican el veneno de la metasepia y, al conjugarlas, conseguí un suero que, inyectado a un ser vivo, le dan la particularidad de transformación a la forma y color deseados. También le permiten conducir veneno de la metasepia, a través de unos aguijones que brotan a voluntad de sus extremidades, convirtiéndolo en un arma letal».
En este relato encontraremos un juego de espías y contraespías, complots a escala planetaria entre los grandes titiriteros de la política y el poder mundial, en los que el engaño y la traición están involucrados. Al parecer hay un desborde de la imaginación (lo que se celebra), pero por momentos las enumeraciones largas, como en el primer relato, resultan un obstáculo para alcanzar fluidez en la narración. Por otra parte, por momentos, el lenguaje adjudicado a algunos personajes, por ejemplo, a altos mandos de la CIA, resultan inverosímiles.
El tercer relato lleva por título «El huaracuy de Manca Pozo». Esta historia nos muestra cómo la locura puede ser usada contra algo que los seres humanos no podemos explicar. Un psiquiatra comienza su trabajo en el Larco Herrera. Es su primer día, un paciente que está en aislamiento llama su atención:
«Luego de mi visita, llamó mi atención el caso de un paciente que se encontraba en aislamiento. Tenía cuarenta años, natural de Huánuco, trigueño, alto y de contextura gruesa. Su diagnóstico era Esquizofrenia Paranoide y se hallaba confinado por sufrir una crisis violenta al defender como verdaderas, sus alucinaciones.
»En su ficha médica, aparecía una anotación que decía “ligado al Síndrome del Huaracuy”. Nunca había tenido noticias de tal síndrome y cuando consulté al médico encargado, me informó que era una forma figurativa de nombrar su locura, ya que los otros casos siempre estaban ligados a persecuciones gubernamentales, alienígenas, fantasmas, demonios o al Mesías. Como era la primera vez que ese documentaba este caso, decidí ocuparme de él».
El protagonista pronto se verá involucrado en un caso con tintes realistas de violencia y desaparición que cubren hechos, que en realidad se encuentran en el terreno de lo fantástico. Académicos y curanderos, niños y maestros, todo un pueblo involucrado con los hechos que suceden en la laguna Manca Pozo. En esta, según la leyenda, habita el huaracuy. Este relato también encierra una lección: cuando se rompen las reglas o acuerdos, llegan las consecuencias. Un punto que mejoraría la fluidez y verosimilitud del cuento sería una homogenización del lenguaje que por momentos adquiere tintes muy formales con frases hechas que rompen con la atmosfera fantástica y distraen la lectura.
El cuarto relato es «La novia del sol». En este texto nos narra el camino de una madre, Margot, y todos sus esfuerzos por salvar a su joven y hermosa hija que pudo ser secuestrada por el jirka o espíritu del cerro, pero que la mágica intervención del sol y posterior aparición de una curandera evitaron un horrible destino para la quinceañera. Resalta el trabajo del lenguaje en los personajes y cómo el autor nos muestra la riqueza de las costumbres y creencias de su región.
El último relato da nombre al libro, «La esfera mágica». En este texto el autor nos presenta a Eustaquio Andrade, un arqueólogo que en busca de lograr fama y reconocimiento se verá envuelto en una larga lista de aventuras relacionadas con el paradero de las momias incas:
«Eustaquio Andrade, veterano arqueólogo, hoy estuvo presente en los descubrimientos más importantes, como el señor de Sipán, la ciudad de Caral, la dama de Ampato, por citar algunos. Siempre desempeñándose como personal de apoyo, se sentía relegado. A pesar de sus importantes aportes, su nombre no figuraba ni aparecería en ninguna de las placas recordatorias, menos en los documentos oficiales. Su rostro apenas se veía en algunas fotos. Hace poco había cumplido 37 años y sentía que todo se le iba de las manos. Tenía que buscar indicios de alguna civilización antigua o dar con alguna pista que le revele una investigación importante, pero inconclusa. Hoy de otro modo, su nombre quedaría en el olvido».
A lo largo de la narración, el protagonista tendrá sueños, visiones, encuentros con personajes de otros mundos. Una sensación de hastío, fracaso, derrota lo acompañará.
La esfera mágica nos da cuenta de un autor que apuesta por el mundo fantástico y la exploración en el imaginario, en las leyendas y mitos del Perú. Sería recomendable trabajar con mayor rigurosidad el lenguaje del narrador. Por otra parte, se hallaron varias erratas que se podrían solucionar con el trabajo de un buen corrector y editor que acompañe sus próximas publicaciones. Asimismo, teniendo en cuenta su prolífica producción e imaginación, sería recomendable evitar las frases hechas, las explicaciones innecesarias que resultan enemigas de la creatividad.
Kathy Serrano
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